lunes, 23 de mayo de 2011

El vértice de lo normal

Marcia Rosin

Sentado solo bajo la sombra perdida de un árbol tan lejano como tu consciencia. Una lagrima rodeando tu sonrisa de inocente y en el juego de tus manos una flor escapaba de tus dedos.
Locura, resonó entre las voces, temerosa locura.
 ¿Hasta qué limite tu mirada era peligrosa?
¿Desde cuándo loco es el que respira hondo en cada brisa helada o detiene en sus manos el fuego del sol?
¿Qué mente traicionara persigue una ola o atrapa una estrella?
¿Cómo se definió loco al que sonríe sin motivo y cuerdo al que se burla de los muertos?
Querían encerrarte, mas dentro de lo que ya estabas, privarle al mundo tu simple discurrir de mostrar en la incoherencia de tus palabras la libertad de tus pensamientos. Y, sin embargo, tan rectos los otros, encadenados de sus frases, prisioneros de sus gritos acallados.
Yo permanecía solo a unos pasos de tu cuerpo y sin embargo tan lejos de tus sentimientos, de tu alegría con la vida que a mi me resultaba tan solitaria. Casi mejor solo en tu mundo propio que rodeado de todo este delirio que acompaña nuestra cobardía diaria.
Lentamente me fui acercando a tocar la piedra que señalaba tu mirada y sin levantarla del punto fijo que observabas murmuraste algún sonido que no llegué a entender.
Muy despacio y distraídamente me acomodé a tu lado y arrojé la pesadez de mi cabeza sobre el pasto húmedo.
La noche se acercaba y el sueño iba apoderándose de ambos.
De pronto, como empujada hacia nuestro sitio, la luz de la luna cayó sobre nosotros y me aplastó a una realidad aún desconocida. Permanecimos inmóviles, sólo observando nuestro alrededor, aunque se que entre las sombras que nos rodeaban no buscábamos lo mismo. Jamás podría saber en que pensabas, que imágenes insólitas para esta sociedad traspasaban tu mente. Sólo yo sabía que era esa la última noche que pasaríamos en tu bosque de locura. La oscuridad de la noche se hizo corta, la oscuridad del encierro prematuro e incontrolable fue eterna.
Quedaste allí encarcelado en una jaula de consciencia impuesta, por vos tan indeseable. Creyeron que querrías ser quienes ellos querían que fueras, otro como yo, disfrazado, corregido. Mas tu fuerza fue mayor, y tu esperanza el impulso de mi rebeldía.  
¿Acaso dónde se halla oculta la locura? En tu mente de fantasías y realidades imaginarias o en este mundo de transito atemorizado.
Solo, solo sentado bajo la sombra de un árbol blanco que dibujas con tu mirada en la pared, aún tan lejano como tu consciencia. Una lágrima rodeando tu sonrisa de inocente y en el juego de tus manos, que ahora intentan escapar, tus sogas gritan de dolor.
Ya no había brisa, ya no había flor. Pero aún, acorazado tu cuerpo, tu alma seguía libre. Tu alma aún se encuentra recostada bajo el árbol, sin miedos, aún persigue la ola, aún atrapa la estrella, aún besa la luna, aún baila y se ríe burlona de la locura de afuera, de los que caminan sin paso, de los que hablan sin voz.
Sentada sola bajo la sombra perdida de un árbol tan lejano como mi consciencia. Una lágrima rodea mi sonrisa de inocente y en el juego de mis manos… una flor se escapa de mis dedos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario
Maju